lunes, 24 de noviembre de 2008

viernes, 12 de septiembre de 2008

Apolo se la come!!!

Hesíodo nos anoticia que


es al Arquero Apolo a quien se deben en la tierra las aedas y los citaristas. (...) De su boca fluye una voz dulce (...)

Teogonía, párrafo 16

Yo que vos, Apolo, lo cago a flechazos al Hesíodo ése. ¿Cómo van a decir que de tu boca "fluye una voz dulce"? ¡Ponete las pilas! ¡Estamos hablando de un Dios, no de una bailarina clásica! ¡El Olimpo es para machos, carajo!


... Aunque... Recordemos un poquito tu pasado, Apolito...
¿Verdad que anduviste haciendo chanchuflos con un joven muy apuesto?
¿Verdad que corrías desnudo por ahí con un tal Jacinto, jugando a "tirar el disco"?


Ovidio lo menciona en alguna página de chimentos de la época de Cristo

Sus cuerpos de ropa aligeran y con el jugo del pingüe olivo

resplandecen y del ancho disco inician las competiciones,

el cual, primero balanceado, Febo (Apolo) lo envía a las aéreas auras

y desgarró con su peso, a él opuestas, las nubes.

Las metamorfosis, "Jacinto"


(Apolo y Jacinto)

Si todo esto no es verdad, ya mismo tendrías que recomponer tu imagen en el programa de Polino o en el de Rial.

Incluso hay unas cosas que dicen que vos dijiste cuando se te murió el Jacinto golpeado en la cabeza por el disco.


“Tú eres mi dolor y el crimen mío; mi diestra en tu muerte

ha de ser inscrita. Yo soy de tu funeral el autor.

Cuál mi culpa, aun así, salvo si al haber jugado llamársele

culpa puede, salvo si culpa puede, también a haberte amado, llamarse.

Y ojalá contigo morir y por ti mi vida rendir posible

fuera. De lo cual, puesto que por una fatal condición se nos retiene,

siempre estarás conmigo y, memorativa, prendido estarás en mi boca.

Tú de mi lira, tocada por mi mano, tú de las canciones nuestras serás el sonido

y, flor nueva, en tu escrito imitarás los gemidos nuestros.

Y el tiempo aquél llegará en que a sí mismo un valerosísimo héroe

se añada a esta flor, y en su misma hoja se lea.”


Las metamorfosis, "Jacinto"


(Muerte de Jacinto en brazos de Apolo, Jean Broc)


Mirá, Apolo, yo te aviso nomás... ¡Me parece que andan diciendo que vos te la comés! Sí, como escuchaste... Creo que se trata de una jugarreta de la O. N. G. Fundación Triángulo (por la igualdad social de gays y lesbianas); estos pillos te están haciendo una cama y están seguros de que accederás... Usan tu nombre porque tenés prestigio, ¿me comprendés?; entonces con esta fama que te hacen te enchufan en su bando y alardean y hacen propaganda.

Unas líneas del artículo que sacó la fundación en la web te mostrarán que no miento.


Sabrás que el jacinto es el nombre de una flor, pero seguro que nunca te han contado de dónde procede su nombre. Jacinto era un muchacho del cual el dios Apolo/Febo se había enamorado apasionadamente. Por él dejó el Olimpo y se marchó a la ciudad de Delfos (...)


En definitiva, espero que todo esto sea una sarta de patrañas, porque no quisiera que las bandas de rock se llamen con la gracia de un comelón...

Qué feo poema, loco! - 1



Se trata de uno de los peores poemas que conozco, y quiero compartirlo con ustedes.

Es carente de todo, de imágenes, de metáforas, de creación, de sorpresa, de buen ritmo (por más que tenga un estribillo, que por cierto es absolutamente incapaz de provocar “inflamación” de las conciencias de los estudiantes a quienes se dirige).

Antes del poema enterito, un adelanto de las peores estrofas:


Estudiantes, alegría,

de locura y el deber,

y el cantar de cada día

y el amor de una mujer.


Gloria, amor; amor profundo,

amor del nuevo ideal,

amor para todo el mundo

y amor del bien y del mal.


(Horrible)




(Estudiantes de Mérida)

... Y AQUÍ VIENE, CHA CHA CHA CHA, CHA CHAN...!!! EL "POEMA"...!!!



(pinchá aquí si no podés ver el poema)

Himno de los estudiantes

Estudiantes de L. P. - camiseta del "Ruso" Pratola

(está a la venta en internet, cuesta $32,

salvo que por lerdo te hayan ganado de mano)



Autor: Andrés Eloy Blanco (Venezuela)


Estudiantes, nuestra llama

con dos símbolos inflama

el sol de la libertad:

Patria y luz bajo los cielos,

Patria de nuestros abuelos,

luz de la Universidad.


Estudiantes, alegría,

de locura y el deber,

y el cantar de cada día

y el amor de una mujer.


Gloria, amor; amor profundo,

amor del nuevo ideal,

amor para todo el mundo

y amor del bien y del mal.


Estudiantes, nuestra llama, etc.


Primavera provinciana

que nos viste despertar!

Provincia venezolana,

selva y llano, sierra y mar!


Novia del pueblo distante,

la que espera sin cesar,

la vuelta del estudiante

que salió para estudiar.


Estudiantes, nuestra llama, etc.


Gloria al gesto claro y noble

que encierra patria y amor,

que da la altivez del roble

y sobre el roble, la flor!


Gloria al sol, ave que vuela

por el cielo, cuyo añil

vio nacer a Venezuela

un día del mes de abril!


Estudiantes, nuestra llama

con dos símbolos inflama

el sol de la libertad:

Patria y luz bajo los cielos,

Patria de nuestros abuelos,

luz de la Universidad.


[Tomado de Pedro N. Pereira: En la prisión. Caracas: Editorial Avila Gráfica, 1952, pp. 217-218. Lleva fecha de febrero de 1928].

Piense, idiota…

(dibujo de Daniel Paz)

Desconocido lector, concédame la invaluable cortesía de imaginar que ya soy un escritor.
Vuelva ingenua su imaginación, depárele credulidad a su experiencia de buen lector para entrar en este juego que le propongo. Claro que le será difícil (por más complicidad que haya en este acto), pues hay una cosa muy cierta, y es que quien toma la lectura como una verdadera solemnidad volitiva, en que el autor y su prestigio se vuelven una dualidad sine qua non para la “buena predisposición” del lector, no logra leer algo tan trivial como estas líneas con la idea de encontrar en ello un pensamiento o la inminencia de tal. Pero… sea sincero, y confiese que, si está pensando de tal modo… ya está “pensando”, pues…
No redunde en releer para hallar algo valioso, pues he de mencionar que ya demasiado repetitivas son estas palabras; y además temo que al hacerlo se percate de la mediocridad interpolada en las páginas de mi puño.
Para leerlas, si no le queda más remedio, prefiera la ociosidad de una tarde de verano, con su dedo índice amarrado al mango de una tasa o al filtro imponderable de un cigarro, y el rayo permanente del febo degollándole la nuca, y no la severa intelectualidad de la innumerable biblioteca, en que el cetrino ámbito donde los hombres horadan sus anteojos hace que mis palabras se avergüencen de haber nacido.
Concédame solamente un tiempo de su vida para mostrarle cómo acumulo páginas, cómo tengo, si no el prodigio, la enfermedad de pensar que esto que escribo y acumulo le hace pensar.
Pues a mí me basta con que usted piense alguna cosa, no importa qué:

  • que internet entorpece el pensamiento,
  • que la Presidenta debe devolver la guita que robó Néstor,
  • que el tren bala es una mierda,
  • que la clase obrera debe dejar de seguir a inútiles como Yasky o Moyano o Barrionuevo o Tinelli,
  • que Belén Francece rima para el orto,
  • que, que, que…